
Título: Suite Francesa
Autor: NEMIROVSKY, Irene.
Editorial: Salamandra, 2005.
ISBN: 84-7888-982-5 473 pp.
Otro de esos libros que esperan pacientes en la estantería, que soportan olvidos y desplantes, hasta que un buen día decides que ha llegado por fin el momento y… ¡zas!... descubres otra excepcional novela de autor absolutamente desconocido (¡el enesimo!).
“Suite francesa” es una obra inacabada ya que fue concebida como una composición en cinco partes y la autora sólo escribió dos (murió asesinada en Auschwitz el 17 de agosto de 1942). Irène Némirovsky –de familia judía y muy rica- huyó a París con 14 años desde Rusia tras la revolución de 1917, continuando allí su “exquisita” educación y su solitaria e infeliz adolescencia. Licenciada en Letras por la Sorbona en 1929, inició una exitosa carrera literaria que se vio truncada, como tantas otras, por la Segunda Guerra Mundial. En su caso, como hemos adelantado, la guerra le costó también la vida, al igual que a su marido. Sus dos hijas sobrevivieron escondidas y salvaron el manuscrito que, muchos años después, se convirtió en el libro que presento.
La obra tiene dos partes: “Tempestad en Junio” y “Dolce”. En la primera narra, utilizando varios casos individuales, la reacción a la ocupación alemana de Francia. En la segunda se centra en la vida cotidiana de un pueblecito francés ocupado ya por las tropas hasta que éstas reciben la orden de marchar a la campaña de Rusia. Extraordinarias ambas, la primera destaca por la inteligentísima selección de tipos y escenas con las que consigue transmitir a los lectores un completo fresco de la situación real, tremendamente mordaz en general aunque también incorpora a una pareja que se encarga de “mantener la dignidad de Francia y los franceses”. De la segunda me quedo con la capacidad de narrar objetivamente, sin tomar partido, desde la distancia aunque ésta no existiera (no sólo porque está escrito durante ese mismo tiempo, sino por su condición de judía). Es, además, un ejemplo de cómo se puede ser exquisita en el lenguaje, en los diálogos, en las descripciones, sin caer en la cursilería y superficialidad de tantos otros. Sin duda, una “exquisita formación” a principios del siglo XX en Rusia y Francia implica, entre otras cosas, eso.
En definitiva, una maravilla que, evidentemente, recomiendo.
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